La mañana comenzaba algo mojada con el trayecto hacia la capital y que, sin imaginármelo, influiría el resultado final del día. Dos horas y media de minibuses (30$ + 85$), bajándome en Half Way Tree, un caótico cruce de calles donde se encuentra el mayor centro de transporte público y comienzo de mi ruta por las calles hacia el Museo Marley.
El museo está ubicado en Hope Road, en la antigua casa de Bob Marley que compró a Chris Blackwell, en 1975. Este fue el hogar del cantante hasta su muerte en 1981. En ella también se encuentra su viejo estudio de grabación Tuff Gong. En 2001, el Museo se convirtió en Patrimonio Nacional Protegido de de la Humanidad. Es la atracción más visitada de Kingston (200$/con guía).
La fotos en el interior están prohibidas por lo que sólo pude hacer algunas en el exterior (dentro venden sus fotos) y realicé el tour con una hermosa guía jamaicana. Su belleza me extrañó mucho porque hasta el momento todas las mujeres con las que había tratado eran poco agraciadas y creía que posiblemente la alimentación había influido en su constitución. Esta debía de comer muuuy bien, pensé.
La visita guiada a través de la casa incluye: El Jardín de Hierbas Medicinales, sus Discos de Oro y de Platino, Recortes de prensa de su vida, Habitaciones y la Cocina, Una recreación de la tienda de discos "Wail n’Soul" en Trenchtown de los Wailers, algas piezas de ropa incluyendo su famosa Camisa Vaquera, unas Mantas religiosas rastafaris, una extensa Galería de Fotos, los agujeros de balas en las paredes resultado del intento por parte de la mafia de asesinato de Bob y terminando con una película de 20 minutos de su vida, que se muestra en el estudio Tuff Gong. También hay una pequeña biblioteca para aquellos que desean llevar a cabo una investigación seria de la vida de Bob Marley.
En el exterior hay un bar, una tienda de venta de camisas de la marca familiar "Tuff Gong", Posters, Fotografías, Sellos de correo, Cintas musicales, y un almacén de venta de Artesanía y Arte africano. Y en el pórtico de la entrada, su estatua portando una guitarra y el árbol donde dicen daba sobra a sus “fumadas” de ganja.
A las 11:30 marché en busca de su monumento que se encuentra cerca del Estadio National Arena, en medio de un nudo viario, una estatua de cuerpo entero, en pose de tocar la guitarra y con unas largas trenzas (dreads) cayéndole sobre el pecho. El cabello largo siempre ha significado la fuerza física en la religión rastafari.
Al no ser muy apreciado por las autoridades su estatua no tiene cabida en el Parque de los Héroes Nacionales, lo que explica que ésta esté tan aislada y cercada. Sin embargo recibió la Orden del Mérito de Jamaica por haber contribuido a la difusión de su cultura. Los héroes eran en aquel momento los deportistas olímpicos que ganaron medallas en la pasada Olimpiada de Atlanta.
Las calles estaban bastante sucias (los kingstonianos son unos verdaderos "güarretas") destacando la amabilidad de la gente, y que en ningún momento me sentí presionado, aunque reconozco que caminaba algo acongojado.
Es una capital con mucha vida, con un inconfundible aire de ciudad en plena expansión económica, uno de cuyos signos mas evidente es la remodelación de la zona histórica, en torno a King Street, en las inmediaciones del puerto a donde me dirigí en taxi (100$) y de allí al paseo marítimo donde sale el ferry que lleva al histórico Port Royal, sede del antiguo gobierno británico en Jamaica. Fue la principal base pesquera y comercial de la isla durante el siglo XVII, sirvió de apoyo a un gran número de piratas que campaban a sus anchas debido a las riquezas acumulada (atacaban las naves españolas y francesas bajo el amparo de los británicos). La sin-moral desatada (fue considerada la Sodoma o Gomorra del Nuevo Mundo) y la enorme popularidad entre los piratas del Caribe fue tan grande que se trasladaban para allá hasta desde la isla de Madagascar. El Corsario Edward Teach, más conocido como Barbanegra aumentó su reputación.
Fue destruida por un gran terremoto en 1692, durante el cual dos tercios de la ciudad se hundió y mas de 2000 personas fallecieron. Quedan restos de algunos Fuertes y la “Casa Inclinada”.
Tras este desastre los británicos, que ya habían tomado el control de la isla, levantaron la nueva ciudad de Kingston y toda su actividad comercial se trasladó hasta allí. Me pareció un lugar bastante "birrioso", aunque tomé algunas fotos interesantes.
De regreso a Port Antonio subí a un minibús destartalado que apareció en mi camino, ya que no recordaba el lugar exacto donde me había dejado el que me había traído a esta ciudad, ni tampoco se me ocurrió ir directamente a la estación. Cinco horas nada menos de conchabado trayecto, ya que rompimos nada más salir, cambiamos a otro que más tarde chocaría bajo una tremenda tromba de agua y en otro sufriría el robo más tonto de mi vida. Tanto trajín de cambios de vehículos, el hacerse de noche durante el regreso, mas el cansancio acumulado, consiguió que en un momento dado y faltando apenas una hora para llegar se me cerraran los ojos, permitiendo que mi mochila quedara sin control y al alcance de cualquiera, y que de hecho alguien no dudó en llevársela en el momento en que cabeza sobre brazo apoyado en el sillón de delante, quedara dormido.
Dentro estaba mi cámara fotográfica, objetivos, lentes, un libro de viaje, dos carretes cargados de fotos del evento capitalino, fotos y sellos que había comprado en la tienda del museo y el maldito paraguas que tanta lata me dio durante el trayecto. Lo peor de todo fue perder la mochila “más apropiada” a mi forma de viajar.
Al día siguiente al ir a denunciar a comisaría se me quitaría las ganas de seguir el procedimiento por la poca colaboración policial. Querían que me pasara por los mercadillos o pidiera un rescate por ella. Si, pero a quién?
De acuerdo, se los puse en bandeja. Mea Máxima Culpa!. Desde entonces, siempre que viajo y siento que estoy cansado, la engancho a mi pantalón mediante un pequeño mosquetón y nunca en el asiento más próximo al pasillo.
Las calles estaban bastante sucias (los kingstonianos son unos verdaderos "güarretas") destacando la amabilidad de la gente, y que en ningún momento me sentí presionado, aunque reconozco que caminaba algo acongojado.
Es una capital con mucha vida, con un inconfundible aire de ciudad en plena expansión económica, uno de cuyos signos mas evidente es la remodelación de la zona histórica, en torno a King Street, en las inmediaciones del puerto a donde me dirigí en taxi (100$) y de allí al paseo marítimo donde sale el ferry que lleva al histórico Port Royal, sede del antiguo gobierno británico en Jamaica. Fue la principal base pesquera y comercial de la isla durante el siglo XVII, sirvió de apoyo a un gran número de piratas que campaban a sus anchas debido a las riquezas acumulada (atacaban las naves españolas y francesas bajo el amparo de los británicos). La sin-moral desatada (fue considerada la Sodoma o Gomorra del Nuevo Mundo) y la enorme popularidad entre los piratas del Caribe fue tan grande que se trasladaban para allá hasta desde la isla de Madagascar. El Corsario Edward Teach, más conocido como Barbanegra aumentó su reputación.
Fue destruida por un gran terremoto en 1692, durante el cual dos tercios de la ciudad se hundió y mas de 2000 personas fallecieron. Quedan restos de algunos Fuertes y la “Casa Inclinada”.
Tras este desastre los británicos, que ya habían tomado el control de la isla, levantaron la nueva ciudad de Kingston y toda su actividad comercial se trasladó hasta allí. Me pareció un lugar bastante "birrioso", aunque tomé algunas fotos interesantes.
De regreso a Port Antonio subí a un minibús destartalado que apareció en mi camino, ya que no recordaba el lugar exacto donde me había dejado el que me había traído a esta ciudad, ni tampoco se me ocurrió ir directamente a la estación. Cinco horas nada menos de conchabado trayecto, ya que rompimos nada más salir, cambiamos a otro que más tarde chocaría bajo una tremenda tromba de agua y en otro sufriría el robo más tonto de mi vida. Tanto trajín de cambios de vehículos, el hacerse de noche durante el regreso, mas el cansancio acumulado, consiguió que en un momento dado y faltando apenas una hora para llegar se me cerraran los ojos, permitiendo que mi mochila quedara sin control y al alcance de cualquiera, y que de hecho alguien no dudó en llevársela en el momento en que cabeza sobre brazo apoyado en el sillón de delante, quedara dormido.
Dentro estaba mi cámara fotográfica, objetivos, lentes, un libro de viaje, dos carretes cargados de fotos del evento capitalino, fotos y sellos que había comprado en la tienda del museo y el maldito paraguas que tanta lata me dio durante el trayecto. Lo peor de todo fue perder la mochila “más apropiada” a mi forma de viajar.
Al día siguiente al ir a denunciar a comisaría se me quitaría las ganas de seguir el procedimiento por la poca colaboración policial. Querían que me pasara por los mercadillos o pidiera un rescate por ella. Si, pero a quién?
De acuerdo, se los puse en bandeja. Mea Máxima Culpa!. Desde entonces, siempre que viajo y siento que estoy cansado, la engancho a mi pantalón mediante un pequeño mosquetón y nunca en el asiento más próximo al pasillo.